Gripe, fiebre. Fiebre, reposo. Reposo, aburrimiento.
Aburrimiento + fiebre = delirio asegurado.
Ahí va el delirio, con Banda Sonora incluida.
No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Creo que ese es el castigo del Universo que tenemos que sufrir los humanos por nuestra avaricia crónica. Y creo que pocos afortunados saben librarse de él, yo no estoy entre ellos. Cuando vivía en San Sebastián, extrañaba mi casa, cuando vivía en Francia extrañaba San Sebastián, cuando vivía en Argentina extrañaba Francia, cuando vivía en Londres extrañaba Argentina y ahora extraño Londres, Argentina, Francia y San Sebastián. No significa que no haya disfrutado de todos esos sitios, creedme cuando os digo que los he disfrutado muchísimo, pero creo que si hubiera sabido vivir esos momentos sin pensar de qué manera podría ser aún más feliz, hubiera tenido más paz.
Pero, ¿Qué tal si vivo lo que me corresponde en cada momento? ¿Qué tal si me arriesgo a perdonar sin pensar las consecuencias? ¿Y si empiezo a no olvidar que eres fantástico? ¿Qué tal si dejo de pensar que quedarme en mi ciudad supone la destrucción, y simplemente disfruto? ¿Qué tal si duermo hasta las 10 sin pensar en que tengo que estudiar? ¿Qué tal si disfruto más de los últimos días de 4 años de Isabella? ¿Qué tal si…?
Tengo muchas preguntas por responder pero tengo otras muchas con su respectiva respuesta. Y la respuesta siempre es GRACIAS por lo que me llevó a ser como soy y lo que me llevará a mejorar como persona
Gracias Latinoamérica por llenar mi cuerpo y mente de colores. Gracias San Sebastián por darme paz y las mejores amistades. Gracias Francia por ponerme a prueba. Gracias Londres por enamorarme. Gracias a los que me rompieron el corazón y me hicieron ver que no era para tanto. Gracias a esas amigas que pese a la distancia, las circunstancias o las peleas estarán en mi corazón para siempre. Gracias a las desilusiones que me hicieron y los pájaros de mi cabeza que me ayudaron a levantar. Gracias al Yoga, a la luz que me da. Gracias a los saltos en piscinas vacías y las heridas que rápido sanaron. Gracias al bendito silencio por existir. Gracias a los que tuve que perdonar y a los que me perdonaron aún cuando la tristeza bañaba sus ojos. Gracias a la providencia y a la incertidumbre, por mostrarme lo que no quería ver y por ocultármelo cuando todavía no estaba preparada. Gracias al momento en el que me di cuenta de que no lo sabía todo. Gracias a mi madre por darme sus ojos, su sonrisa, su valor y por quererme sin condición. Gracias a mi padre por darme sus rizos, su curiosidad, su fortaleza y por sus conversaciones. Gracias a mi hermana por no rendirse nunca y por quedarse a mi lado. Gracias a Isi por alegrarme los días. Gracias a Danilo por enseñarme que se puede querer sin peros, sin intercambios, sin juicios de valor, sin competencias, sin mentiras y sin intereses.
De los mejores que he leído Lou me encanta, aprovecha ese don para expresarte tan bien hija y exprésate por mí también que da gusto leer esto jajaajjajaja
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