¿Qué mejor manera de terminar una semana que empezando un viaje? Eso de que el domingo es para comer palomitas y ver una película no parece funcionar este 2016, por lo menos todavía no. Este 2016 se llevan los viajes inesperados y las sorpresas antes del medio día, así que Danilo y yo hemos hecho las maletas y nos hemos subido a un autobús con destino Santander.
Cantabria nos esperaba lluviosa, melancólica, pero aún así, infinita. Cómo me gusta el norte, no sé si será porque la cabra siempre tira al monte o por qué, sea por el motivo que sea, el norte me mola.
Es la primera vez que Danilo está es España, así que todo le parece fascinante, y su fascinación, a mi, me fascina. Me ayuda a ser turista en mi propia tierra, a ver las playas, los montes, los ríos, y las ciudades con sus ojos de sorpresa. Es bueno de vez en cuando tomar perspectiva y valorar todo lo que tienes como si no lo tuvieras.
En este viaje espero descubrir Cantabria, sorprenderme, alucinar, observar, maravillarme con los ojos de Danilo el colombiano.
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