Tras los últimos acontecimientos horribles en el panorama internacional, estoy esperando que NO entremos en guerra. Tras los pocos acontecimientos en el panorama de mi vida estoy deseando que Danilo compre su vuelo y venga por Navidad. Esto ha llevado a mi mente a un ilegal monopolio por el concepto de AMOR, por que quiero que me quieran YA, porque quiero quererlo TODO y porque quiero que os queráis todos siempre un poquito MÁS.
Ya lo dejaron caer los Beatles y Bob Dylan hace décadas, taparse los oídos no impide que las bombas sigan estallando, y hacerlo en nombre de algo supremo no justifica nuestras manos llenas de sangre.
Últimamente veo por todos lados ejemplos de que actuamos como si nunca hubiéramos recibido amor, y vengamos nuestra desgracia intentando que los demás también salgan del ring sin una gota de ese lujo con forma de corazón.
En mi adolescencia más profunda creía en el ojo por ojo diente por diente hasta que comprendí que ni siquiera mi ceguera me iba a impedir ver la catástrofe. Esa ira que sentimos tras haber sido agredidos nos lleva a agredir, y agredir nos lleva a salir heridos siempre de una u otra manera, acaba siendo una bomba que revienta en nuestras manos, dejándolos con arrepentimiento, vacío y necesidad de amor.
Es un verdadero placer pronunciar la palabra AMOR. Suena a fortuna,fuerza, belleza y a Roma al revés, lo cual siempre es agradable. Es muy sencillo recurrir al argumento del amor para darle ese poder o esa nota que dará legitimidad a nuestros argumentos. Se nos llena la boca con la palabra amor, amor por la patria, amor por un Dios, pero discúlpenme que sea yo quien os diga que no es amor si para practicarlo hay que valerse del odio. Amor por mi patria no es odio por la tuya, amor por un Dios no significa odio por los no creyentes, amor por mi familia no significa que la tuya vale menos. El problema es que este error es contagioso, tú destrozas mi amor y no te irás de aquí sin que destroce el tuyo, convirtiendo ese amor en inseguridad y venganza y eso, a su vez, en odio.
No creo en un Dios concreto, no creo en el más allá. Pero creo en las personas y creo en el presente, por que son las personas las que me han hecho ver auténticos milagros, las que han conseguido mantener mi fe. Cada vez que veo que una víctima es capaz de perdonar a su agresor, que un niño es capaz de compartir lo que tiene, que la mayoría elige los cuadernos antes que las armas, que una mujer es capaz de gestar y dar vida, que se cuenta diez antes de responder, que hay gente con vocación de salvar vidas, que se dan segundas oportunidades, que se superan obstáculos, y que crecen los árboles.
Entiendo que no todo el mundo piense como yo, y eso es lo bueno de la sociedad mundial, que somos millones de colores, sonidos, sonrisas, euforias, sabores, contrastes, alturas, miradas, vestidos, rituales y principios. Eso nos hace ricos pero lo que nos hace fuertes no son nuestras diferencias sino nuestros puntos en común, que sin duda alguna el rey de ellos es el amor. Amor por la familia o por un Dios, por nuestra madre o por nuestra mascota, por nuestros estudios o por nuestro país, por nuestros ancestros o por nuestros rituales. Amor como la ley más alta, amor como el templo en el que rezamos, amor como esperanza, amor como pasión, amor como protección, ese amor jamás podrá valerse del odio para ser efectivo ni para ser demostrado, porque en ese momento dejará de ser amor.
Recomendación del día: El libro El arte de amar de Erich Fromm, el cual aún no me he terminado así que si el final apesta no me hago responsable.
siempre interesante poner el amor como argumento y arma arrojadiza contra la deshumanización; y con minúsculas, porque aún así su sonido retumba en los corazones y los rompe desde dentro porque nada lo abarca ni lo condiciona. Bonita reflexión. también te digo que me gustaría debatir algún detalle…jijiji AMZ.
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